Por Monse Saavedra
Los días previos al 25 de junio andábamos en la agrupación con los nervios característicos previos a una actividad en el Hospital Infantil La Paz: organizando los talleres astronómicos, coordinando a los voluntarios y, este año, con el añadido de los protocolos por pandemia. Desde que comenzamos nuestra colaboración con este hospital en 2018, era la primera vez que no llevábamos telescopios; debíamos adaptarnos a las circunstancias y a lo que era mejor para los niños, así que preparamos un intercambio.
Les pedimos a los niños hospitalizados que nos hicieran un dibujo libre basado en lo que les inspiraba el espacio, el universo – o como queramos llamarlo – y que nos lo entregaran el día que estaba programada nuestra visita. Descubrimos que en el imaginario infantil están muy presentes los astronautas y los extraterrestres. Como podréis comprobar, los dibujos eran coloridos y muy creativos, algunos con conceptos muy interesantes como enfermeros y enfermos en forma de alienígenas. A cambio, habíamos creado una serie de talleres para hacer que esa tarde fuera diferente dentro de su rutina hospitalaria, para que pudieran aprender, pero a la vez dejaran volar su imaginación. Aunque no desarrollamos todos los talleres (puesto que nos fuimos adaptando a las circunstancias de cada niño) habíamos programado los siguientes:
Talleres para niños entre 4 -8 años: Construcción de cohetes de papel, creación de planetas con plastilina y pintar constelaciones.
Talleres para niños de 8 en adelante: Espectroscopia a través de experimentos con la luz e imágenes del universo con realidad aumentada.
Además de los talleres decidimos llevarles unos regalos para que no olvidaran nuestra visita. Entre todos preparamos un pack increíble que emocionó a niños y padres. A destacar las lámparas de Luna impresas con tecnología 3D que fabricó nuestro compañero Fernando Egea, las tazas con la secuencia de un eclipse lunar completo impresas con una fotografía de nuestro compañero José Javier Barrigüete, cuadernos para colorear, etc. Así como una donación de libros para la biblioteca de La Pajarera y hasta un puzle.
Como no podía ser de otra manera, toda la actividad fue coordinada por las trabajadoras del propio hospital: María Jesús Pascau (coordinadora del equipo de enfermería de trasplantes) y Raquel Sánchez Merino (responsable de La Pajarera – dónde los niños juegan y aprenden en el hospital). Ellas fueron las que más trabajaron esa tarde, pero como siempre nos dicen “solo por ver la sonrisa de los niños merece la pena”. Y, por supuesto, es así para todos.
Una vez allí crece dentro de cada voluntario la ilusión, la gratificación del esfuerzo pagada por sonrisas, la lección de vida que los más pequeños nos dan cada año con su fuerza y sus ganas de hacer cosas pese a sus circunstancias. Las muestras de cariño y gratitud, no solo de los niños sino también de sus padres (que pasan muchas horas en el hospital) y de los trabajadores del centro nos llenan de orgullo y, supongo, nos hacen sentirnos partícipes de un mundo mejor repleto de solidaridad, respeto y amor.
En La paz nos comentan que nos hemos convertido en una de sus actividades estrella, pero para nosotros es un lujo poder trasladar las estrellas al interior de un hospital.
Quisiéramos destacar el trabajo de los voluntarios de la AAMS que estuvieron aquel día representando a la agrupación con mucho cariño y ganas: Luis Gil, José Luis Cifuentes, Marcelino Leo, Fernando Egea, Enrique Manso y Monse Saavedra.
Maravillaos con estos preciosos dibujos y dejad que vuele vuestra imaginación.